En su elaboración se tuvo en cuenta no sólo la historia, sino también la geografía y la topografía que define nuestro término municipal. Así pues y sin más demora, empecemos a comentar el simbolismo que encierra este trozo de tela de figura rectangular, de similares proporciones al propio término de la localidad.
En primer lugar nos aparece entrecruzando de forma transversal una franja en color amarillo con cuatro rayas en rojo: es el símbolo, armas o elemento más importante de la bandera y representa el Camino Real Aragón-Valencia, que pasa junto a Barracas y al que a su vez ha estado ligada toda su más remota historia como pueblo, puesto que desde siempre ha constituido un punto estratégico en la comunicación entre ambos reinos, de hecho conocemos que ya en el siglo XV fue un punto importante donde se estableció la aduana o peaje, porque estaba en los límites territoriales del señorío de Xérica, siendo a su vez la última población que actuaba como frontera limítrofe entre Aragón y el reino de Valencia. Tampoco la elección de los colores de esta franja fue arbitraria, ya que éstos ya aparecían incluidos tanto en el escudo de armas de la casa de los de Xérica, de donde procedió el fundador de San Pedro de Belmonte, alias las Barracas de los Reales, don Jaime de Xérica o Jaime de Aragón (hijo de Jaime I el Conquistador); sin embargo, estas armas también forman parte del escudo de la Corona de Aragón a la que perteneció Barracas según se demuestra en la sentencia declarada por el Consejo Regio de Aragón el 24 de noviembre de 1564. A la vez, estos dos colores están incluidos en el escudo y la bandera de la Comunidad Valenciana a la que pertenecemos.
Contiguas a la franja bicolor central aparecen otras dos de color verde, cuya utilización de este color supone el intento de simbolizar las dos pequeñas cordilleras de montes que delimitan nuestro término municipal: por una parte el Calvario, El Cerro y el Mazorral; y por otra, el Alto Limbo, la Serretilla y Rajola. El utilizar el verde oscuro o esmeralda sirve para representar la pigmentación de la vegetación más característica que presentan estos montes, tal es el caso de la carrasca (Quercus ilex subsp. rotundifolia) y el erizo (Erinacea anthyllis), especies más representativas del ecosistema predominante en Barracas.
Estas tres franjas inclinadas se utilizan con la finalidad de que la bandera muestre topográficamente lo más fiel posible una representación del término municipal a la vez que la simetría de la representación gráfica produzca un símbolo lo más coherente y estructurado posible.
De igual forma, la utilización del fondo blanco intenta simbolizar la climatología continental propia de este municipio y que mejor que el color de la nieve. Este a su vez resulta de la combinación de todos los colores del espectro solar y permite realzar y distinguir mejor los distintos colores incluidos en la bandera, haciéndola sencilla, pero a la vez representativa y elegante.
La inclusión del escudo heráldico municipal en el centro sobre la franja que representa el Camino Real, simboliza el casco urbano de Barracas. En él aparecen reflejadas: en el cuartel de campo de azur las dos llaves en aspa, enlazadas por un cordón de gules en honor a San Pedro Apóstol, patrón de la localidad, y que a su vez da nombre a la iglesia parroquial y a la fuente más antigua de nuestro municipio; y en el otro cuartel partido y medio cortado se representan, por una parte las típicas "barracas" y, por otra, el escudo de armas de la casa real de los de Xérica.
Hemos resumido brevemente la composición y el simbolismo que encierra nuestra bandera, aprobada definitivamente el día 15 de diciembre de 2000, símbolo por excelencia de la identidad colectiva de este privilegiado pueblo, que bien merece recordar a todas aquellas personas que han hecho posible su elaboración y, en especial, quisiéramos desde aquí agradecer el desinteresado esfuerzo y dedicación que Ramón Gimeno Royo ha proporcionado a esta localidad. Pues todos debiéramos mantener la esperanza de pretender reavivar las ilusiones por las pequeñas cosas de los pueblos rurales que necesitan de toda clase de acicates para no languidecer en estos tiempos tan difíciles y de fuerte emigración, manteniendo las modalidades tradicionales e invocando algo que nos pertenece: la historia local y la memoria colectiva como depositaria de nuestra identidad.
